Guardo un cariño especial a la versión de Dune dirigida por el genial David Lynch. Fue mi primera aproximación al universo de Dune. Aún no conocía de la existencia de los libros. Era muy niño y la vi con mi padre. Me pareció una película hipnótica y nunca más pude olvidar a los gusanos de arena. O la inmensidad desértica de Arrakis. O al terrorífico barón Harkonen. Esa escena en la que, para su goce, le entregaban la vida de muchacho joven. El barón lo asesinaba quitándole una válvula cardíaca.

Cuando años después leí Dune por primera vez, no podía evitar visualizar a los actores de la película, sus escenarios, su vestuario… Aunque, por supuesto, había incongruencias. Diferencias notables entre la novela de Herbert y la Dune de Lynch. Pero el impacto visual que me había producido el film era enorme. Algo que la posterior miniserie, por supuesto, no lograría ni de lejos.

Versiones varias

Reconozco que fui uno de los fans de Dune de Lynch que corrió a ver una de las «versiones extendidas». Se sabía que el director había pensado la película como un mega largometraje de más de tres horas de duración. Metraje rodado había a mansalva. Y, ciertamente, había escenas de la original de 1984 que parecían abruptamente recortadas.

Yo, al menos, quería creer que esa nueva versión se acercaría más al libro y al hipotético sueño de David Lynch. La verdad es que el director renegaría de esas ediciones. La que yo vi, aportaba. Pero quizás solo a fanáticos como yo.

Ahora que se sabe que Denis Villeneuve(La llegada, Blade Runner 2049) está trabajando en una nueva versión de la película, las comparaciones serán inevitables. Resulta muy significativo que el nuevo director sea un especialista en fotografía, de ritmos pausados.

Problemas varios

En cualquier caso, Dune de Lynch estuvo, desde antes de sus orígenes, envuelta en la polémica. E incluso hoy, para muchos es una obra maestra. Para otros, un desastre que no hace justicia al libro. Curiosamente, el genial Harlan Ellison, escritor y guionista de ciencia-ficción, fue uno de los pocos críticos que habló bien de la película tras su estreno.

Es de sobra conocido que la producción de la película estuvo llena de problemas. Internet está repleto de información sobre estos problemas. Sobre el proyecto fallido de Jodorowsky, los problemas de Dino de Laurentis y las diferencias de la productora con Lynch. Éste comenzó el proyecto con muchas ganas. Había estado a punto de fichar por George Lucas para El retorno del Jedi y quería realizar una gran obra de ciencia ficción. Aunque no había leído el libro, ni era uno de sus géneros favoritos.

No voy a entrar en los problemas presupuestarios, sobre la longitud de la cinta o sobre los planes para hacer una trilogía. Como he comentado, Internet está llena de información. Lo que quiero abordar son las sensaciones que la película me transmitió.

Dune de Lynch

Dune de Lynch y Dune de Herbert

Las diferencias explícitas entre libro y película son obvias para cualquiera que haya leído y visto ambas obras. Yo quiero entrar más en los aspectos más de fondo del libro y de la película.

En mi entrada sobre Dune, explicaba que dos aspectos, para mi más interesantes del primer libro de la saga eran:

  • El potencial de la mente humana. Infrautilizada por nosotros. Mermada por el uso de tecnología e Inteligencias artificiales. Potenciada por el uso de drogas. Una perspectiva muy lisérgica, propia de finales de los 60. A través de nuestra mente podemos convertirnos en seres superiores.
  • Las referencias al mundo árabe, a su turbulenta historia contemporánea. Desde el Imperio otomano y las traiciones de las potencias coloniales hasta las guerras religiosas y el mesianismo. Y, por supuesto los Imperios que dependen de un único recurso hiper-valioso, ya sea petroleo o especie. Entroncando este tema con la ecología, la transformación de un desierto en vergel, etc.

¡Tremenda la obra de Herbert!

Como veremos, Lynch aborda con las dos manos el primer punto señalado. Pero quizás en el segundo aspecto su película pasa más de puntillas.

Sueños y mente

Efectivamente. A Lynch siempre le ha fascinado lo onírico y mental. El mundo del sueño donde realidad e irrealidad van de la mano. Un universo de la mente que puede enseñarnos muchas cosas imposibles algunas, místicas otras.

Así, los sueños, las reflexiones, el potencial de la mente sí que está muy presente en la película. Los sueños, mezcla de premonición y recuerdo, conducen a Paul Atreides a lo largo de Dune para que descubra su verdadero potencial. Además, tanto los mentats como las Bene Gesserit están cuidadosamente caracterizadas.

Además el in-habitual uso tan excesivo de las voces en off para mostrar los pensamientos de sus protagonistas, fue un recurso que evitó alargar más y más el metraje. Pero, también le dio un fondo reflexivo al relato más extraño e incluso perturbador al combinar esas voces en off con un ritmo pausado.

Feudalismo barroco y arena

Antes comenté el impacto visual que la Dune de Lynch me causó. Lo cierto es que nos muestra una combinación muy curiosa: Salones del trono sacados de la Viena del siglo XIX, incluso con numerosos «perretes» formando parte de la corte. Y al lado navegantes de la Cofradía que parecen uniformados con bolsas de basura. En cierta manera es un estética que anticipa al steampunk.

Lo cierto es que Lynch si nos muestra un Imperio despótico. Más bien un feudalismo barroco. Y también nos presenta a Muad’dib como un líder mesiánico. Pero la película aborda las analogías con la historia del mundo árabe con más superficialidad que el libro. Empezando por las propias tradiciones de los fremen o el papel residual en que queda Kynes.

Lo que sí es un gran logro de la película es la fusión que logra entre la arena omnipresente e hipnótica del desierto, con los gigantes gusanos. Sólo quizás Peter Jackson, con el anillo único en la Comunidad del Anillo -que no en las demás partes-, logra darle a un objeto un protagonismo tan importante como tiene la arena en Dune.

¿Qué podría haber sido?

Nunca sabremos qué quería hacer realmente David Lynch. La oportunidad se ha perdido para siempre y las reediciones nunca podrán plasmar realmente lo que había en la mente del director en 1984.

Desgraciadamente no será ni la primera ni la última vez que algo así suceda. El cine es un negocio muy presionado por el dinero. Las inversiones son tremendas, el margen de beneficio estrecho. La dictadura del beneficio es mucho más poderoso que en el mundo editorial, que ya es decir. En cualquier caso, la libertad de un escritor es infinitamente mayor que la de un director, o por supuesto, que la de un guionista.

Lo positivo es que en poco tiempo podremos ver la nueva versión de
Villeneuve  y que éste, a diferencia de Lynch era un fan del libro. Veremos que sucede entonces.

¿Y tú qué opinas de todo esto? ¿Has visto Dune de Lynch? ¿Qué te ha parecido?

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Un comentario en «Dune de Lynch. …Y lo que podía haber sido.»

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