Oxígeno.

La idea base de esta película no es original. Efectivamente, no sería la primera vez que vemos en la pantalla a alguien despertando enterrado en una tumba. En ese sentido, la premisa podría no ser muy atractiva salvo para recrearnos en ideas muy manidas. Pero Oxígeno, de Alexandre Aja, es más que eso. Y en gran parte se debe a la fenomenal actuación de la protagonista, Mélanie Laurent, sobre la que recae la responsabilidad de dar credibilidad a la historia.

Mi primer recuerdo de esta temática fue un episodio de la serie Alfred Hitchcock Presenta. Tras una introducción del ya entonces fallecido Hitchcock que rechina misoginia y machismo por todas partes, la historia nos narra las desventuras de una presa que logra convencer al enterrador de la prisión para que le ayude a fugarse. El plan es que ella se colaría en el primer ataúd destinado a ser enterrado en el cementerio de la prisión, situado fuera de la misma. Entonces el enterrador acudiría al rescate sacando a la presa.

Cuando parece que el plan ha funcionado a la perfección, nuestra presa empieza a angustiarse porque el enterrador no llega. Entonces enciende un mechero y horrorizada se da cuenta de que el fallecido con el que comparte la tumba es el enterrador que tenía que rescatarla. Aquí lo podéis ver.

La versión futurista del enterrado vivo

Oxígeno introduce, de entrada, varias diferencias. Para empezar la protagonista no despierta en un ataúd, sino en una cápsula médica. No estará completamente sola, sino que le acompañará un asistente virtual, M.I.L.O, una versión avanzada de Siri o Alexa. Como el título indica el principal problema serán las reservas de oxígeno, que aparecerán perfectamente cuantificadas, así como su ritmo de decrecimiento. Pero además —lo cuál tampoco es una novedad—, la protagonista no recuerda ni quién es, ni por qué está encerrada en ese sarcófago. En todo caso es una película muy entretenida que mantiene la tensión en todo el metraje.

Laurent interpretará brillantemente las distintas fases por las que pasa la recién despertada logrando transmitir al espectador angustia, empatía y nerviosismo. Así, tendremos momentos de lógico derrumbe emocional, disparos de adrenalina, equivocaciones y despistes, inevitables delirios, otros instantes más racionales y constructivos… Y estas fases se intercalarán y sucederán, como entiendo que en una situación similar, no podría ser de otra manera. Por supuesto, el objetivo de la protagonista será salir con vida de semejante entuerto, pero, por el camino, distintas pistas, así como las preguntas adecuadas al asistente, le irán revelando tanto su supuesta identidad como, finalmente, el motivo por el que está ahí.

Y no diré que la película es imprevisible. Prestando algo de atención, el espectador avezado podrá ir atando cabos, elaborando teorías y, así mismo, descartándolas y reemplazándolas por otras más sólidas. En esa búsqueda, yo mismo pensé en distintas hipótesis, algunas pienso que inevitables. Pero hasta este punto no quiero avanzar nada al lector. El hecho de que aparezca reseñada en este blog ya es una pista por sí misma.

La pandemia

Oxígeno es hija de la pandemia. No sólo por su formato. La guerra entre las plataformas online y el cine ha estallado ya abiertamente, con toda la violencia posible, impulsada precisamente el Covid. Hay empresas que se han beneficiado a espuertas del confinamiento y el miedo al contagio, y no sólo los fabricantes de mascarillas y papel higiénico. Amazon, Netflix, HBO, Tik Tok, Google… En general todas las empresas tecnológicas, de telecomunicación, compras online, plataformas streaming (aunque no sólo, véase Mercadona, por ejemplo)…

Era tecnología que venía desarrollándose y preparándose para un cambio así —algún conspiranoico dirá que venían preparándose sospechosamente para algo así—. Lo cierto es que ya se hubiera podido extender el teletrabajo desde hace cinco años aproximadamente. Pero hemos necesitado una pandemia global para dar un impulso tan rotundo al mundo virtual. Ha sido un shock para todo el mundo y aún no tenemos perspectiva suficiente para comprender todo lo que cambiará el mundo este maldito virus. Los historiadores del futuro investigarán el impacto psicológico, económico y en usos y costumbres que ha provocado… y provocará.

Y durante el confinamiento mucha gente se sintió como la protagonista de Oxígeno. Encerrados en pisos minúsculos acompañado de tus demonios internos, tus recuerdos y tus frustraciones, sin otro contacto con el mundo exterior que mediante nuestros dispositivos electrónicos, sin poder salir, sin poder respirar… La ansiedad, muchas veces se expresa como si te faltara aire, como si te faltara oxígeno… y los cambios bruscos de humor, subidas y bajadas en tu estado de ánimo son síntomas comunes de las enfermedades mentales a las que buena parte de la humanidad ha estado sometida estos meses. Y de las que, sin duda, sufriremos secuelas. ¿Cómo no identificarnos con el papel de Laurent?

Los temas de Oxigeno

Si no has visto la película, te recomiendo que no continúes la lectura. O puede que te de igual, aunque ciertamente en este tipo de producciones, conocer a priori el final inevitablemente le quita bastante sentido a su visionado. Eso sí, en estos casos un segundo visionado te permite hilar más fino y descubrir algunos guiños del director que primeramente has pasado por alto.

A parte de ser una metáfora del confinamiento, dos temas trascienden Oxígeno: la clonación y la colonización de otros mundos ante el ocaso de la Tierra. Tampoco son dos temas nuevos, ni muchísimo menos. Recuerdo, por ejemplo, la magnífica película Moon de Duncan Jones, donde también nos ponemos en la piel de un clon, o, sin ir más lejos, las tropas clon de Star Wars. En cuanto a la colonización desesperada de otros mundos, es un clásico de la ciencia ficción. Tomemos como ejemplos Cánticos de la lejana Tierra de Arthur C. Clarke, que da nombre a este blog, o la laureada Interstellar de Nolan.

En este caso, la destrucción de la Tierra no se debe ni una guerra nuclear, ni al cambio climático… sino, como no podía ser de otra manera en esta época Covid, por culpa de una misteriosa plaga. Esta plaga está destruyendo a la humanidad sin salvación aparente, así que los científicos, dirigidos por la doctora Elisabeth Hansen, desarrollan clones de los seres humanos y los envían en hibernación, a través de las estrellas, para colonizar un lejano mundo habitable.

escena de Oxígeno
Escena de Oxígeno

¿Por qué clones?

Para colonizar otros planetas, las inabarcables distancias interestelares impiden, al menos según la física actual, viajes factibles en una escala de vida humana. ¡Actualmente tardaríamos millones de años! Y parece poco probable que sin una revolución en el paradigma científico pudiéramos ni siquiera acercarnos a una fracción suficiente de la velocidad de la luz, la cual ya es una barrera de velocidad que deja lejísimos a la mayor parte de la galaxia.

Una posible opción para la colonización sería a través de grandes arcas generacionales donde la humanidad estuviera dispuesta a recluirse y surcar el espacio. A la larga es posible que nuestros descendientes se hubieran adaptado a la vida en el espacio y no quisieran/pudieran volver a pisar un planeta. En la ya mencionada Cánticos de la lejana Tierra, una primera oleada de colonización interplanetaria se desarrollaba mediante el envío de embriones humanos congelados protegidos por robots. En Interstellar éste era el plan B. También era el propósito de Madre y Padre en Rised by wolves.

A no ser que fuéramos capaces de desarrollar un método de hibernación capaz de preservar nuestros cuerpos durante millones de años, parece que nosotros no podremos pisar ningún planeta de fuera del sistema solar. Pero, además, en Oxígeno la humanidad está infectada por lo que aunque tengamos la hibernación, no podríamos viajar bajo el riesgo de contagiar el nuevo planeta. Por eso emplean clones. Como estos clones parece que podrán recuperar al menos algunos retazos de la memoria del humano original, al enviarlos a ellos la civilización no empezaría de cero… y es una escusa para que nos ilusionemos creyendo que una parte de nosotros continuará viva a millones de años de distancia en el espacio y el tiempo.

Resurrección y clonación

En muchas de mis últimas entradas, al final se han puesto encima de la mesa temas religiosos o más bien, metáforas inspiradas en figuras religiosas. Recordemos, por ejemplo, La estirpe de Lilith de Octavia Butler. Es sorprendente cómo la ciencia ficción recupera en numerosas ocasiones estas imágenes religiosas. Sucede de manera recurrente. Y en Oxígeno no podría ser de otra manera.

Creen los cristianos —perdonadme si no soy suficientemente preciso— que, tras el Juicio Final, los elegidos irán al cielo donde se reencontrarán con sus seres queridos revividos. Y, a través de los clones, ¿no es exactamente lo que sucede en Oxígeno? Los clones son una cierta metáfora del alma cristiana. Nuestra esencia. Hemos dejado atrás nuestro cuerpo corrompido y corrupto y, lo que queda, ese clon que se ha librado de nuestro pecado, llega a un nuevo mundo donde nos reencontramos con nuestros seres queridos, aunque éstos hubieran fallecido precisamente por la plaga. Así le sucede al clon de la doctora Hansen que se reencuentra con el clon de su marido fallecido.

¿Pero sería así realmente? ¿La mente del clon sería una copia de la nuestra? ¿un corta/pega del momento en que se ha tomado la muestra? Es un tema interesante. A no ser que pudiéramos transferir recuerdos por algún mecanismo informático o mediante una clonación exacta del cerebro, lo más probable es que el clon fuera una persona diferente. Una especie de super-gemelo nuestro, pero que viviría una vida distinta y, por tanto, experiencias distintas, decisiones distintas y caminos diferentes. Pero incluso aunque le trasplantáramos nuestros recuerdos, nuestra personalidad, etc. desde el momento en que tuviera autonomía sería un ser diferente que podría tomar decisiones diferentes a las que pudiera haber tomado el humano original.

Esto nos lleva a pensar que cada humano es diferente, es único, aunque luego estadísticamente nos comportemos de maneras similares, aunque las conductas se repitan, podamos establecer modelos de comportamiento o pautas generales. Somos distintos y somos iguales. ¿Realmente vamos a permitir que autodestruyamos una maravilla así?

Covid y esperanza humana

Muchas personas se extrañaron de que las farmacéuticas pudieran desarrollar la vacuna contra el Covid en tan poco tiempo. Eso dio pábulo a todo tipo de teorías conspiranoicas, alentadas por los antivacunas. ¿Por qué para otras enfermedades tan peligrosas como el Covid aún no hay vacunas? ¿para el ébola, la malaria, el SIDA…? Realmente el punto no es que las farmacéuticas tardaran tan poco tiempo. El punto es que se invirtieron suficientes recursos y apoyos como para que fuera posible hacerlo. Es decir, si se pusieran encima de la mesa los millones de dólares que movió el Covid, la ciencia sería capaz de encontrar la cura a cientos de enfermedades que hoy en día nos golpean en todo el mundo. Pero normalmente no es así.

Primero porque no es lo mismo una plaga en Europa y Estados Unidos, que una plaga en África. Los accionistas y directivos de las farmacéuticas están expuestos a contraer la enfermedad. Además la vacuna para una enfermedad en un país rico es un negocio. Los Estados, con recursos, la comprarán para distribuirla a sus ciudadanos. En cambio en un país pobre… Además normalmente prevalece la competencia y rivalidad, por lo que no hay un clima de colaboración e intercambio de información como el que vimos con el Covid. Y por último, y no menos importante, hay enfermedades que para las farmacéuticas resulta mucho más rentable que sean crónicas, tratables pero crónicas, para que el paciente durante toda su vida tenga que seguir tomando los medicamentos necesarios para el tratamiento.

Quedémonos con que la ciencia puede luchar e incluso erradicar enfermedades. Ya lo ha hecho y lo seguirá haciendo. Fijémonos en lo que la pandemia nos ha demostrado: qué oficios y servicios son indispensables para nuestra vida. Anotemos en una lista quiénes se han lucrado a costa del sufrimiento y quiénes han arrimado el hombro para luchar contra el Covid. Realmente solo alguien sin escrúpulos puede ahora justificar que se recorte en sanidad pública, por ejemplo. ¿Vamos a seguir permitiendo que las residencias de mayores sean un negocio y no un derecho cimentado en establecimientos públicos de calidad? Y podría continuar. Aprendamos de la pandemia. No busquemos un cielo tras el Juicio Final y construyamos un paraíso en nuestra Tierra.

¿Y tú qué opinas de todo esto? ¿Has visto Oxígeno? ¿Qué te pareció?


poster de Oxígeno
carátula de Oxígeno

Ficha de la película:

Oxígeno

  • Director: Alexandre Aja
  • Guionista: Christie LeBlanc
  • Título original: Oxygène
  • Estreno: 12 de mayo de 2021.
  • Productoras: Gateway Films, Wild Bunch y Echo Lake Entertainment
  • Distribuidora: Netflix

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Un comentario en «Oxígeno. Sobrevivir al confinamiento»

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