Los desposeídosLos desposeídos

La burocracia y el conformismo, los enemigos de la Revolución

Recientemente falleció la gran escritora Ursula K, Le Guin. Ha sido una gran pérdida para todos los amantes de la ciencia ficción. Pero además de escritora, fue una activista de los derechos de las mujeres. Si hoy hay un verdadero boom de escritoras de ciencia ficción, ha sido gracias a mujeres como Le Guin que abrieron brecha en un mundo dominado por hombres. Poco después de empezar la andadura de Thalassa, ya hicimos una entrada sobre uno de los más famosos libros de Le Guin, La mano izquierda de la oscuridad. Hoy queremos hablar sobre Los Desposeidos: una utopía ambigua

Los Desposeidos transcurre también en el universo del Ekumen como La mano izquierda de la oscuridad, o el mundo de Rocannon. Aunque, como en los otros ejemplos, es una historia independiente que puede leerse sin conocer las novelas previas.

Urras y Anarres

En Los Desposeídos Le Guin nos describe y compara, a través de los ojos de su protagonista Shevek, dos mundos,  Urras y Anarres, gemelos, pero muy diferentes.

Urras y Anarres son un planeta doble. Urras es donde se desarrolló la civilización originalmente. Es un vergel equiparable a la Tierra, lleno de recursos, idóneo para la proliferación de vida. La humanidad en Urras se desarrolló de una forma muy similar a nuestro planeta y, durante la novela, está dividido en distintos Estados, la mayoría basados en economías capitalistas, otros, como descubriremos, similares a la extinta URSS.

Anarres, en cambio, es un planeta bastante inhóspito y pobre. Es apto para la vida, pero en circunstancias muy duras. Doscientos años antes de la novela, una revolución fracasada en Urras llevó al exilio a Anarres a los seguidores de la anarquista Odo. Siguiendo sus enseñanzas, establecieron una sociedad anarquista que ha logrado mantenerse en el tiempo.

Dos líneas de tiempo

Shevek es un brillante físico oriundo de Anarres. Es el protagonista indiscutible del libro y, a través de sus ojos, conoceremos tanto la sociedad de Anarres, como A-lo, el principal Estado capitalista de Urras -equiparable a EEUU-. Para ello, Los Desposeidos se divide en dos líneas temporales divididas en capítulos. Por un lado, nos contará el viaje de Shevek a Urras y su estancia allí. Por otro, la historia previa del propio Shevek en Anarres y el motivo por el que decide viajar a Urras. Los capítulos de ambas líneas temporales se intercalan, así que, sólo al final, sabremos el motivo del viaje a Urras y el desenlace de la historia.

Esta manera de relatar Los desposeídos nos permitirá comparar ambas sociedades desde los ojos de Shevek. Le Guin nos relatará la vida de Shevek en Anarres, explicándonos cómo funciona esta sociedad anarquista. Y en paralelo, contemplaremos las primeras impresiones de Shevek en Urras, deslumbrado por su poder, su desarrollo y riqueza.

Pero avanzando en la lectura, veremos, también en paralelo, los problemas que se están desarrollando en Anarres y que han llevado a Shevek a viajar, junto a la verdadera cara de Urras, un planeta lleno de injusticias, guerras, opresión y represión.

Anarquismo y capitalismo en Los Desposeidos

Urras es la Tierra. No hay más vuelta que darle. Si Shevek se deja impresionar a su llegada, es únicamente porque procede de un Anarres muy pobre, donde la vida es muy difícil. Es el mismo contraste que puede sufrir un agricultor que sólo conoce un erial de tierra improductiva y de golpe visita un vergel donde todo crece sólo.

Le Guin quiere con Los Desposeidos mostrarnos que existe una alternativa a la Tierra. Para ella, en el fondo, no había diferencias suficientes entre EEUU y la URSS. A-lo y Thu están ambos en Urras y, aunque el centro de su critica se ceba sobre A-lo y su capitalismo, Thu, y su propiedad estatal dirigida por una burocracia, tampoco se presenta como una alternativa real a los problemas de los oprimidos. Es muy revelador que A-lo y Thu luchen para controlar a los terceros países, pobres, emulando el día a día de la guerra fría terrestre.

El modelo de Le Guin es Anarres. Aunque, como Le Guin nos explica, no es un modelo perfecto y no está libre de problemas que pueden llegar a destruirlo.

Pero al comparar Anarres con Urras y su  opresión, su injusticia, su machismo, la exuberancia de los ricachones en contrate con la miseria y la explotación de los pobres, Le Guin nos ofrece más argumentos para que simpaticemos con la utopía anarquista.

La comuna anarquista: posesivos

Anarres ha logrado desarrollar una sociedad igualitaria. A pesar de las tremendas dificultades que impone la vida en ese planeta. Es muy interesante como Le Guin describe el funcionamiento de esta sociedad. El trabajo comunitario. La combinación de trabajo manual y trabajo intelectual en todas las personas. El uso de la vivienda. La igualdad entre hombres y mujeres con todas las consecuencias.

Un aspecto que para mi fue muy llamativo fue, sin duda, la desaparición de los posesivos. En Anarres, no existen los pronombres, ni los artículos posesivos. Ya no es sólo que no haya propiedad privada, es que no hay forma de expresar verbalmente una posesión. El título del libro Los desposeidos, juega precisamente con esta característica de la sociedad de Anarres.

La sociedad tal y como es, está reflejada en el lenguaje que usamos. Éste es un reflejo de nuestro mundo. Así, como vivimos en una sociedad machista, nuestro lenguaje es machista. ¿Pero podemos hacerlo al revés? ¿Podemos modificar conscientemente el lenguaje para que éste nos ayude a modificar la sociedad? Las feministas hace mucho que luchan en ese sentido con el uso de un lenguaje inclusivo. ¿Por qué no también, un lenguaje contrario a la propiedad privada? Porque además la idea de la "propiedad" va mucho más allá que el poseer fábricas o fortunas. Por ejemplo, para muchos hombres, su mujer es eso mismo, suya. Y para muchos jefes, sus empleados, pues eso, son suyos.

Los desposeídos

Socialismo utópico

En la historia pasada humana, distintos "socialistas utópicos" trataron de crear sus islas de socialismo y anarquismo al margen de la sociedad. Los utópicos más conocidos del siglo XIX fueron Charles Fourier con sus falansterios y Robert Owen. Sus experimentos sociales no cuajaron en la vieja Europa, pero en América los emigrantes europeos trataron de impulsar numerosas comunas autogestionadas. Desgraciadamente, la mayoría fracasaban al cabo de pocos años.

Le Guin nos presenta en Anarres a una de estas comunas, pero llevada a gran escala, a un planeta entero. Pero si reparamos en los problemas a los que se enfrenta esta sociedad anarquista, vemos los mismos problemas a los que se enfrentaron los falansterios y demás comunas utópicas:

  1. La escasez y pobreza del emplazamiento, así como las dificultades asociadas a no tener recursos económicos, tecnológicos o humanos necesarios.
  2. La presión ideológica del capitalismo, que sigue presente en las mentes de los comuneros y se aviva precisamente ante las dificultades señaladas en el punto 1.
  3. El desarrollo de camarillas y embriones de formas burocráticas que se desarrollan al calor de los puntos 1 y 2 y que llevan al estancamiento y a la desigualdad.

Reparto de miseria y burocracia

Por cierto, esos mismos puntos, no sólo sentenciaron a las comunas de Owen, Fourier o a los icarianos. También fueron esgrimidas por los que, desde posiciones anticapitalistas, criticaban el establecimiento de un poderoso Estado burocrático en la URSS, tras la revolución bolchevique. Ya hemos mencionado la existencia de países equiparables a la URSS en Urras.

Y es que una de las críticas más feroces que Marx lanzaba a muchos socialistas utópicos y anarquistas era que el comunismo no se podía establecer en un país pobre, poco desarrollado, o en una comunidad pobre y aislada, al margen de los países avanzados y desarrollados. Porque en estos casos, lejos de tener comunismo, lo que habría era un reparto de la miseria. Y ese reparto de la miseria, inevitablemente traería consigo de vuelta todos los males del capitalismo: burocracia, injusticia, opresión...

¡Pero qué podían hacer en Anarres! Igual que los socialistas utópicos, o los que desde entonces han intentado establecer proyectos cooperativos, comunas o comunidades... en la inmensa mayoría de las ocasiones las circunstancias vienen impuestas. No las puedes elegir. Los exiliados en Anarres decidieron ser fieles a sus ideas y construyeron una sociedad diferente. Ahora tienen problemas, pero sigue siendo una sociedad viva.

La comuna anarquista: la burocracia

El verdadero gran riesgo de Anarres no es sólo que el planeta sea duro y desagradecido.

El conformismo, la comodidad, la estabilidad, la zona de confort, están amenazando la sociedad del planeta. Se está desarrollando una naciente burocracia, cada vez más consciente de su posición. Elevados por su sabiduría, su reputación, su autoridad, han adquirido algunos privilegios (y éstos no tienen por qué ser sólo monetarios, pueden ser en forma de halagos, en forma de reconocimiento, o comodidad y confort, o en forma de seguridad de cara al futuro, o en trabajamos más placenteros...).

Y al ser conscientes de su propia existencia como burócratas, al querer mantener esos privilegios, el burócrata buscará como seguir siéndolo. Y lo podrá hacer aprovechándose de su posición, de esa autoridad acumulada. Pero también del relajamiento de la participación, del relajamiento de la crítica y del mayor conformismo y obediencia de los demás. Así las ideas innovadoras, las críticas y los jóvenes con talento, se convierten en amenazas. Y es un círculo vicioso, porque al desincentivarse la participación y la crítica, aumenta la comodidad del burócrata a la hora de maniobrar para mantener su posición.

Le Guin apunta y dispara contra el gran problema, no de Anarres, sino de la izquierda en general. El desarrollo de camarillas burocráticas que terminan defendiéndose a ellas mismas, y no a los oprimidos. Pero también señala la vacuna: participación, crítica, valor, inteligencia, imaginación y audacia. Los mismos ingredientes que llevaron al triunfo de Anarres, son los que ahora podrán salvarla.

¿Y tú qué opinas de todo esto? ¿Has leído Los desposeídos? ¿Qué te ha parecido?

Ficha del libro:

Los desposeídos: una utopía ambigua

  • Autor: Ursula K. Le Guin
  • Título original: The Dispossessed: An Ambiguous Utopia
  • Fecha de publicación: 1974
  • En España: Minotauro, ISBN 9788445074039
  • Premios (entre otros):
    • Premio Nebula a la mejor novela en 1974
    • Premios Hugo y Locus a la mejor novela de 1975
4 comentarios en «Los desposeídos. Bienvenidos al planeta anarquista»
  1. Buen análisis de un buen libro, primero de Ursula Kroeber (porque eso es la K., y me niego a llamarla por el apellido de su marido, aunque es por el que todo el mundo la conoce) que he leido y que me encantó, tanto por el contenido como por la forma de narrarlo. Cuando lo acabé me dejó con ganas de saber más de ese mundo. El polo socialista queda apenas mencionado a través del agente infiltrado; de lo que se deduce que como personas ellos son o parecen mejores que los capitalistas, pero como polo opuesto y enfrentado al opuesto capitalistas, tan malo es uno como otro.

    Por eso quizás, se refuerza la imagen de Anarres como la mejor opción, a pesar de las dificultades. Nadie dijo que la vida tuviera que ser fácil, aunque se puede elegir vivirla dignamente. Los males sociales que amenazan la utopia anarquista, al fin y al cabo son problemas de cualquier grupo humano; vamos, que se establecen las mismas dinámicas de grupo independientemente del sistema político y social en el que se desarrollen. En todo caso, el sistema solo puede exacerbar, apaciguar, facilitar o dificultar unas u otros, pero impedirlas será imposible.

    Solo una cosa más. Creo que hay una errata en el artículo al decir que en Anarres son seguidores de «el anarquista Odo», ya que Odo era una mujer; la anarquista, por tanto. De hecho, mientras leía, me la imaginaba fisicamente como La Pasionaria, Dolores Ibarruri. Supongo que porque ha habido pocas lideresas políticas tan potentes como lo fué Dolores.

    1. Ya pude arreglar la errata R.J, gracias. Y muy interesante por cierto la referencia a su apellido. Por cierto, siguiendo el espíritu de la novela, más que La Pasionaria… seguramente Odo sería más cercana a Federica Montseny!

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