La guerra interminable, ilustración de Carles Demiguel

Joe Haldeman, graduado en Física, fue llamado a filas poco después de terminar la carrera. Su destino fue Vietnam. Allí sería gravemente herido y también condecorado. A su regreso se dedicaría a la escritura. Su obra más importante, escrita en 1974, será La guerra interminable, de la que queremos hablar hoy.

En la guerra interminable, jóvenes talentosos, físicos, matemáticos, ingenieros… son reclutados para una guerra en el espacio profundo. Una guerra cruel, asesina, sin sentido, provocada por un malentendido. Pero además, una guerra sometida a las leyes de la relatividad. Esta novela se ha adaptado a un interesante cómic. Además años después el autor escribió otras dos novelas que, aunque no son continuaciones, si tienen una temática similar: Paz interminable y La libertad interminable.

Vietnam

No hay duda de que muchos de los sentimientos expresados por el protagonista, el soldado Mandella, pertenecen al propio Haldeman.

Para él, y así comprobaremos en La guerra interminable, Vietnam fue una guerra absurda, sin sentido. Un desperdicio de talento y, sobre todo, de vidas. Lo único salvable, la estrecha relación entre compañeros, estaba marcada por las bajas, constantes… caían como moscas. Muerte constante que embrutecía a los propios soldados.

Así se convertían en asesinos, frente a un enemigo al que inevitablemente deshumanizaban, transformaban en insectos que merecían ser pisoteados. Y si eso no era suficiente, el propio gobierno no dudaba en drogar a sus tropas para garantizar más sumisión y más brutalidad.

Y al volver a EEUU, todo había cambiado. Ya no quedaba nada de la vida que habían dejado atrás. El país era distinto. Ellos eran distintos. Sus familiares y amigos eran otras personas. Todo diferente e incomprensible. Y además sufriendo el rechazo y el desprecio de los civiles. Unos culpándoles de las brutalidades de la guerra. Otros de la derrota. Para muchos soldados, su única salida era reengancharse al ejército.

Guerra interminable e infinita

Todo esto lo leeremos en La guerra interminable. No es Vietnam, claro está. Es una guerra en mundos inhóspitos, muy alejados de la Tierra. Aunque para el estadounidense, algo así era Vietnam, lejano e inhóspito.

El primer contacto con los taurianos, especie alienígena muy gregaria, de aspecto insectoide, fue un clásico «disparar primero, preguntar después» tan propio de la mentalidad militar. Salvo que en este caso la humanidad tardará diez siglos de guerra permanente en preguntar.

Esos diez siglos serán siempre según el transcurso del tiempo en nuestro planeta. Los efectos de la relatividad afectarán a los contendientes y, por tanto, para los reclutas humanos sólo habrán pasado unos cuantos meses. Cuando visiten su planeta natal entre campaña y campaña se encontrarán con una sociedad completamente diferente de la que abandonaron. En la Tierra habrán transcurrido decenas e incluso centenares de años. Y la tecnología bélica a emplear, habrá también saltado en el tiempo. Lo único que permanecerá es el horror de la guerra.

La guerra interminable, portada del cómic nº1

Piedras y lanzas

No se como será la tercera guerra mundial, sólo se que la cuarta será con piedras y lanzas.

Albert Einstein

Haldeman parafrasea a Einstein en un momento culminante del libro. La última gran batalla entre humanos y taurinos se libra con arcos y flechas, lanzas y piedras. Es a lo que les lleva el tremendo desarrollo tecnológico aplicado a la industria armamentística. Y es a lo que nos llevaría una escalada constante de armamento y la pesadilla de una guerra. La cita de Einstein, arriba mostrada, tiene hoy en día plena vigencia.

Poco después de esta última batalla, Mandella, ya oficial, descubrirá que todo su esfuerzo y sufrimiento. Todos los compañeros caídos, todo el dolor… no ha servido para nada. Aunque sólo cuando la humanidad deja de ser humanidad, es cuando se alcanza un acuerdo de paz con los taurinos, una especie arrastrada a la guerra por culpa de la cerrazón humana.

La conclusión es, por tanto, muy pesimista. Las guerras existirán mientras el humano sea humano. Están en nuestra naturaleza. ¿Es realmente así?

La naturaleza de las guerras

¿Por qué había estallado la guerra? Al final, para los que la han sufrido, todas las guerras son un sin sentido. Sin embargo, y por desgracia, normalmente al inicio de los conflictos una oleada de chovinismo y nacionalismo nos empuja a justificarlas, a encontrar incluso un principio ético que explica la necesaria conflagración.

Realmente todas las guerras modernas nacen por intereses económicos. Se podría incluso decir que todas las guerras humanas han nacido por intereses económicos. Las guerras tribales se usaban para controlar la natalidad y expandir la zona de influencia de la tribu. Las de la antigüedad buscaban esclavos y saqueos. Las medievales, incluso las cruzadas, estaban movidas por el ansia de nuevos feudos y riquezas… Y podríamos seguir. La dos guerras mundiales para forzar un reparto diferente del mundo. La guerra civil española para garantizar el poder económico y político de la élite…

Claro que también entran en juego otros intereses. Por ejemplo políticos: desviar la atención de problemas internos ha sido una causa recurrente de muchas guerras, guerras de prestigio, para consolidar gobiernos…

Y, por supuesto, los motivos reales suelen estar adornados con proclamas menos ruines: la libertad, los derechos de los pequeños países, la defensa de la patria ante hipotéticas y futuras amenazas… El problema es que la masa de población de donde salen los reclutas normalmente se cree -al principio- estas escusas.

Quiero creer que si desaparecen esas motivaciones económicas que hoy en día impulsan las guerras, la necesidad de movilizar a una parte de la humanidad para matar a otra parte también desaparecería.

Los cambios en la Tierra

Pero además de la descripción del propio ambiente bélico, La guerra interminable también nos ofrece un relato de historia ficción de cómo la Tierra y la humanidad van cambiando a ojos de los soldados. Como más arriba señalé, el autor creo que quería mostrar el impacto que causó en los soldados estadounidenses los cambios sociales y económicos que acontecieron en EEUU mientras ellos estaban en Vietnam.

Uno de los cambios que más impacta a Mandella en sus idas y venidas a la Tierra será la generalización de la homosexualidad entre la humanidad. Si bien la presencia de mujeres en el ejército ya está normalizada en las ideas de Haldeman, no sucede lo mismo con la homosexualidad. Su alter ego es heterosexual y queda profundamente sorprendido cuando en una época futura el propio gobierno terrestre fomenta la homosexualidad para controlar la natalidad planetaria. Esta situación dará lugar a momentos cómicos, como que el ya oficial Mandella será llamado «viejo maricón» por sus tropas homosexuales.

Como ya mencionamos más arriba, estos choques «culturales» serán también un reflejo de lo que sintieron muchos soldados estadounidenses que regresaron de Vietnam en medio de un movimiento de liberación sexual como se dio en EEUU a finales de los 60 y principios de los 70.

En el pasado ya hubo sociedades donde la homosexualidad no sólo era una conducta sexual completamente aceptada, sino que incluso, entre determinadas clases sociales, era casi obligatoria. En la Grecia clásica entre los ciudadanos es el ejemplo más claro. No soy un especialista en el tema ni muchísimo menos, pero hay antropólogos que en su momento vincularon la homosexualidad con el control de la natalidad desde un punto de vista etic. Desde ese punto de vista, una Tierra superpoblada podría ser un lugar donde la homosexualidad se extendiera. Lo que desde luego está claro es que si viviéramos en una sociedad libre de prejuicios sexuales y sin regímenes opresores, la homosexualidad crecería y muchas personas expresarían su orientación sexual de una manera más natural y variada.

Por cierto, ese Hombre que sustituye a nuestra especie, que firma la paz con los taurianos y que ya no tiene preocupaciones con cuestiones de género o de sexo parece una horrorosa deshumanización, al menos a ojos de Mandella. Quizás es como lo percibiríamos nosotros, que nos horrorizamos pensando en sociedades planificadas donde conceptos como la «libertad individual» no tienen sentido. Pero quizás la distancia entre nuestros valores actuales y los del futuro de la humanidad es tan abismal como la que separa la manera de pensar de un campesino babilonio del 3000 AC y el ciudadano medio europeo actual.

Tropas del espacio y La guerra interminable

Antes de escribir esta entrada estuve muy tentado de hacer otra cosa muy diferente: Una entrada comparando La guerra interminable con Tropas del espacio (Starship Troopers) de Robert A. Heinlein. En su día leí ésta, la novela más famosa de Heinlein. Reconozco que no me gustó especialmente.

Ciertamente La guerra interminable y Tropas del espacio tienen muchos puntos en común. El peso de la infantería, las manera de combatir, las armaduras mecanizadas que, con sus variaciones, se utilizan en ambos libros y el compañerismo y el espíritu de unidad que se crea en una tropa enfrentada a la incertidumbre y la muerte.

Tropas del espacio es una obra controvertida. Puede ser interpretada como una sutil crítica del militarismo, eso sí, siempre defendiendo a la tropa. Pero también puede verse como una apología del militarismo y del ejército. Heinlein, aunque fuera un personaje con distintas caras, procedía de un ambiente militar y muy conservador -algunos hablan de incluso filofascista-. Su admiración hacia la cultura castrense era evidente.

No pongo en duda que probablemente Haldeman se inspirara en Tropas del espacio. Puede que incluso lo leyera y tomara elementos para construir La guerra interminable. Pero el mensaje de un libro y otro es muy distinto. Diametralmente opuesto si se toma Tropas del espacio como un panegírico del ejército. Mucho más claro y contundente si le damos a Heinlein el beneficio de la duda.

¿Y tú que opinas de todo esto? ¿Has leído La guerra interminable? ¿Qué te ha parecido?

cubierta de La guerra interminable

Ficha del libro:

La guerra interminable

  • Autor: Joe Haldeman
  • Título original: The Forever War
  • Fecha de publicación: 1974
  • En España: B de Bolsillo, ISBN 9788497934367.
  • Premio Nébula de 1975 y Hugo y Locus de 1976

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2 comentarios en «La guerra interminable: Razones y sinrazones para una guerra»
  1. He leido La guerra interminable y Tropas del Espacio, como bien dices son historia muy diferentes, pero con un eje común la guerra. Personalmente me decanto por Tropas del Espacio, tiene matices originales especialmente lo de ganarse el derecho al voto para ser reconocido como ciudadano.

  2. He leído Tropas del Espacio, pero no esta novela, La Guerra Interminable, ambas parecen tener similitudes sobre sus planteamientos. Pero un desarrollo diferente; eso sí, me quedó con este pensamiento: “Las guerras existirán mientras el humano sea humano. Están en nuestra naturaleza. ¿Es realmente así?”…pues la respuesta es no; porque si definimos la guerra como un acto de violencia colectiva planificada por una sociedad compleja, la guerra es más antigua que el propio ser humano, y ya la habrían practicado los insectos sociales en este planeta mucho antes de la aparición de los primeros homínidos. Me temo que la guerra, y la agresividad, y la violencia, son fenómenos muy frecuentes en todas las formas de vida, incluida la nuestra.

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