In TimeIn Time

Fue un fracaso comercial y la crítica la rechazó con crueldad. Hablamos de In Time de Andrew Niccol, director que había saltado al podio de la ciencia ficción con Gattaca y el guión de El show de Truman. Ciertamente, In Time, como obra cinematográfica, no está a la altura de las otras dos películas mencionadas. Sin embargo la premisa de la que parte es brillante. Y quizás el rechazo que causa tenga que ver, precisamente, por toda la historia que podría haber dado de sí y lo que finalmente nos ofreció.

Luego, ciertamente, el guión tiene momentos que podían haberse trabajado mucho mejor. Incluso con algunas resoluciones muy, pero que muy forzadas. El mejor actor, es desaprovechado. Y la pareja protagonista no son quizás los más indicados para insuflar vida al proyecto. ¿Entonces por qué me empeño en hablar de In Time? Precisamente por esa premisa inicial.

La premisa de In Time

Nos situamos en el año 2169. Los avances en la ingeniería genética han logrado frenar el envejecimiento de los humanos a los 25 años. ¡Hemos conquistado la eterna juventud! Sin embargo, esta modificación tiene una pega. Y es que justo un año después de cumplir los 25 años, a no ser que hayamos comprado tiempo, morimos de un súbito ataque al corazón.

Así, el tiempo puro se ha convertido en la moneda de la sociedad de In Time. Los salarios se pagan en tiempo, las mercancías se intercambian con tiempo, los bancos prestan tiempo y los millonarios, lo son de tiempo. Para no perder de vista el tiempo que a cada uno le queda, en el brazo todo el mundo tiene un reloj digital que marca lo que resta para tu muerte, aumentando o disminuyendo dependiendo de las interacciones económicas que se vayan realizando.

La transferencia de tiempo entre personas es muy sencilla de efectuar, con un simple tipo de apretón de mano, lo que abre la puerta a que haya ladrones de tiempo… y guardianes del tiempo. Y si hay ladrones y guardianes, es porque unos pocos tienen mucho tiempo… y la mayoría de la población tiene muy poco. Efectivamente, un puñado de multimillonarios son, en la práctica, inmortales, mientras que las masas viven al día, in time. Pudiendo fallecer sencillamente por un retraso en la nómina, una subida de las facturas inesperadas, o haber perdido el autobús en el momento incorrecto. Un reflejo logrado de esta situación, es que los pobres lo hacen todo deprisa y van corriendo a todas partes, un claro contraste que no pasa desapercibido a los ricos, que se toman las cosas con mucha calma.

Y sobre esa premisa…

Sobre esa premisa, ciertamente se construyó una película desaprovechada. Aunque ¡ojo!, soy de la opinión de que es entretenida y se deja ver, más allá de que, como ya comenté, haya algunos aspectos francamente mejorables.

Will Salas es un trabajador industrial que sobrevive en uno de los ghettos de la ciudad de Dayton (Ohio). La ciudad está dividida en Zonas horarias, los pobres en ghettos y los ricos en una exclusiva zona residencial llamada New Greenwich. Por el camino de Will se cruzará un multimillonario, Henry Hamilton, que ha acabado en el ghetto buscando su muerte. Considera que ha vivido demasiado y está cansado de vivir, así que no le preocupa caer en las garras de algún ladrón de tiempo que se de cuenta del status de su víctima.

Will lo impedirá, salvándole la vida. En agradecimiento, Hamilton, que aún busca su propia muerte, le transferirá toda su fortuna temporal mientras Will duerme. Los guardianes del tiempo, no obstante, están convencidos de que Will ha asesinado al millonario para quedarse con su tiempo. A partir de ahí tendremos una previsible tragedia familiar del protagonista, un viaje a New Greenwich, el tópico de la pobre niña rica rescatada, persecuciones y una nueva versión de Bonnie & Clyde con un trasfondo pseudo-revolucionario.

¿Cuánto cuesta la eterna juventud?

La película no da una explicación oficial del por qué se ha establecido esta sociedad. Sí parece quedar claro que la vida a cambio de comprar tiempo fue una imposición de los ricos y no tanto una consecuencia de la manipulación genética que frena el envejecimiento a los 25 años. Aunque a lo largo del largometraje los protagonistas insisten en que hay tiempo suficiente para todos, los millonarios explican una y otra vez que, para que unos pocos sean inmortales, otros tienen que morir.

Ahora bien, trasladémonos a nuestra sociedad actual. ¿Cuánta gente estaría dispuesta a pagar un alto precio para que dejáramos de envejecer a los 25 años? Es más, si el precio fuera tener que pagar una costosa suma de dinero periódicamente, mucha gente estaría dispuesta, aunque no tuvieran un colchón económico de suficiente entidad.

Por ejemplo: Una farmacéutica plantea que pueden frenar el envejecimiento manipulando nuestros genes. Pero que hacerlo supondrá tener que tomar durante el resto de nuestra vida unos carísimos medicamentos sin los cuales moriríamos de inmediato. La farmacéutica se haría de oro. Seguramente terminaría estableciéndose un oligopolio de farmacéuticas para que el precio del medicamento no cayera por la competencia… y millones de personas adoptarían esta terapia genética, endeudándose y muriendo a partes iguales.

El reloj de la vida en In Tme
el reloj de la vida en In Time

Idealizando la juventud

Idealizamos la juventud. Como nuestra vida adulta es un desastre. Y como siempre tendemos a tomar lo mejor de nuestro pasado y a relativizar las penurias vividas. Y, lo más importante, como vivimos en una sociedad donde la belleza y la juventud se premia y se valora, y se denigra y se desprecia la vejez y todo lo que no es la llamada belleza normativa… Entonces la eterna juventud es un elixir por lo que la humanidad mataría. Incluso a si misma.

Es verdad que la veintena es una época muy importante en la vida de un humano. Ya no somos infantes. Y nuestro cuerpo está en su plenitud física y sexual. La estética y los cánones de belleza han elevado esta plenitud al ideal de belleza. Además, como los jóvenes occidentales a esa edad, mayoritariamente aún no tienen ataduras, pero ya gozan de bastante independencia y puede que incluso de algunos ingresos económicos, muchos aprovechan esos años para disfrutar del máximo hedonismo posible: sexo, fiesta, viajes, drogas, experimentación… Decía que jóvenes occidentales, porque en otras latitudes del planeta el panorama es diferente.

La sociedad del ocio

Sin duda es una etapa necesaria, sobre todo en cuanto a la experimentación, con nuestros cuerpos, con nuestra vida… pero una etapa al fin y al cabo. Y como fue la infancia, o será la madurez, una etapa finita. Si infravaloramos las siguientes etapas es, básicamente, porque al añorar lo perdido resaltamos la mediocridad en que se ha convertido nuestra vida adulta. ¡Pero no tendría por qué ser así!

Y no sería así si viviéramos en una sociedad cimentada en dos principio hoy mermados. Por un lado, una vida más sana, con medicina preventiva, física y mental, con mejores hábitos, alimentos de más calidad, deporte… Y en segundo lugar, una educación integral, con formación no sólo profesional, sino también artística, musical, filosófica y deportiva… Y ya de adultos, jornadas laborales más cortas y salarios dignos. Y sin una publicidad que se construye básicamente sobre tópicos y prejuicios, amplificándolos y reproduciéndolos. Una sociedad así nos descubriría un mundo de posibilidades.

E insisto en esa educación porque el problema muchas veces es que los treintañeros, cuarentones y cincuentones idealizamos la juventud porque no sabemos pasarlo bien si no es haciendo lo que hacíamos a los veinte.

Nuestra sociedad ya está In Time

En todo caso, conviene recordar que, aunque aún no se ha dado ese futurible invento que paralice el envejecimiento, el capitalismo en muchos aspectos ya funciona como se muestra en In Time. Y es que toda nuestra vida gira en torno al tiempo. El reloj domina nuestra existencia. Nuestro trabajo se mide en horas de trabajo, y el salario es sólo una equivalencia monetaria de esta realidad. De hecho, el reloj, con sus horas, minutos y segundos fue uno de los inventos más importantes para el capitalismo, casi más que la propia máquina de vapor.

En la entrada que escribimos hace tiempo sobre el relato de Harlan Ellison, ¡Arrepiéntete, Arlequín!, dijo el señor Tic-tac lo decíamos: «Pero si el hombre siempre ha estado determinado por el paso del tiempo, su actual dictadura es mucho más reciente. No fue hasta el capitalismo industrial cuando la medición del tiempo adquirió un carácter sagrado. El tiempo pasó a convertirse en riqueza, en oro, en mercancías.Y para medirlo con más y más precisión se desarrollaron relojes cada vez más complejos. Ya no importan los días. Importan las horas, los minutos, los segundos, los microsegundos. Un retraso de minutos puede acarrear el despido. Un fallo de segundos, puede provocar un error insuperable.  Entregamos nuestro tiempo a otros, a cambio de dinero. Pero con el dinero no se puede comprar tiempo».

Por cierto, Harlan Ellison acusó de plagio a Andrew Niccol al considerar que el director tomaba muchas ideas de su relato ¡Arrepiéntete, Arlequín! para In Time. Finalmente, Ellison vio la película y llegó a un acuerdo en el que retiraba todas las denuncias. Las malas lenguas insinúan que el famoso guionista y escritor, tras ver In Time, dejó de querer que su nombre se vinculara con la película de Niccol…

¿La solución es robar el tiempo?

Como señalé más arriba, In Time deriva en una nueva versión de Bonnie & Clyde. La pareja protagonista se dedicarán a asaltar los bancos de tiempo. Pero con un matiz a lo Robin Hood. Roban el tiempo a los ricos para repartirlo entre los pobres. Sin embargo, los ricos reaccionan subiendo el coste de la vida y bajando los salarios. Así que ¡la solución es robar bancos más grandes!

Hubo una cierta época en la que se idealizaba al atracador de banco. En la historia del cine hay muchísimos ejemplos. Era un sentimiento que partía del rechazo general que provocan, con toda la razón del mundo, las instituciones financieras. Incluso ha habido organizaciones revolucionarias —como la CNT o el Partido bolchevique ruso— que atracaron bancos para financiarse. Los atracos que siguen dando, y, sin embargo, nunca han puesto en peligro el sistema financiero. Además cada vez más el dinero dejará de ser físico y será exclusivamente digital. Supongo que los atracos a bancos serán cada vez más ciberatracos.

¿Pero hace daño al banco, mejor dicho, hace daño al sistema? Supongo que hace daño, sobre todo, a la compañía aseguradora que cubre el robo del banco. Aunque ésta seguramente habrá cobrado periódicamente una tarifa suficiente al banco como para cubrir esa eventualidad. Desconozco si alguna compañía de seguros habrá quebrado después de cubrir un robo. El banco por su parte habrá trasladado el coste del seguro a los pequeños ahorradores, aumentando el precio de las comisiones, por ejemplo.

¿Y entonces?

El tiempo por ahora va a ser un mal necesario que nos acompañará en esta realidad física mientras vivamos. Otra cosa es una economía monetaria. La economía monetaria no ha existido siempre, y no siempre existirá. Gene Roddenberry insistía en que el universo de Star Trek transcurría en una economía no monetaria.

Como antes comenté, el dinero no deja de ser un equivalente universal que mide el tiempo de trabajo. El valor de una mercancía, cuando no hay una burbuja, un monopolio o los precios no se han pactado, viene dado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla. Socialmente necesario se refiere a que dos productores pueden tener que emplear diferentes tiempos de trabajo, porque uno puede ser más productivo que el otro, pero el mercado marca finalmente un trabajo socialmente necesario que sirva de referente.

Una sociedad sin dinero requeriría una transformación de toda la economía. Los productos ya no podrían ser mercancías, sólo bienes para el uso, pero no para el intercambio. Es decir, no se produciría para conseguir un beneficio económico, sino para cubrir una necesidad objetiva de la sociedad. Hoy por hoy es ciencia ficción. ¿Quién sabe en el futuro?

¿Y tú que opinas de todo esto? ¿Has visto In Time? ¿Qué te pareció?


póster de In Time
póster de In Time

Ficha de la película:

In Time

  • Director y guionista: Andrew Niccol
  • Estreno: 28 de octubre de 2011.
  • Productoras: Regency Enterprises, New Regency Pictures y Strike Entertainment

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Un comentario en «In Time, ¿cuánto cuesta no envejecer?»
  1. Sí, la película era interesante, aunque no especialmente novedosa, ni siquiera por lo que contaba. Lo que comentas sobre el universo de Gene Roddenberry es matizable. El universo de la Federación no es un universo sin dinero, sino directamente post-económico. La economía, todos los sistemas económicos se fundamentan en la misma premisa, cómo distribuir eficazmente los bienes, materiales y recursos que son escasos. El problema es que la tecnología de generación (o materialización) de la tecnología de Star Trek convierte cualquier sistema económico en obsoleto; si los recursos son ilimitados, no tiene ningún sentido la economía…aunque no por eso desaparezca la desigualdad social, que en la Federación es muy evidente.

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