Los límites de la democracia

Hace tiempo ya había expresado en éste blog mi intención de hacer una serie de entradas sobre Battlestar Galactica, la serie reimaginada. Para mi, una de las mejores series de ciencia ficción, tanto por su trama, sus personajes como por todas las reflexiones que plantea al espectador. Los límites de la democracia están, por ejemplo, muy presentes.

Aquí podéis leer tanto la entrada general que dediqué a esta serie. Y aquí, la entrada sobre un posible final alternativo que rescataría el mito platónico de la Atlantida.

Pero como decía, uno de los aspectos más interesantes de la serie es la abrumadora cantidad de dilemas sociales y éticos que Galáctica presenta. Desde luego, creo que el tema que he elegido para esta entrada tiene plena actualidad.

Militares y democracia

Bill Adama, Comandante de la estrella de combate Galactica, a punto de jubilarse, y Laura Roslin, Ministra de Educación de las 12 Colonias de Kobol, con cáncer terminal, forman una de las mejores parejas nunca antes planteadas.

Dos personajes, en principio casuales, que sólo por azares del destino están llamados a dirigir a los últimos restos de la humanidad. Cada uno encarnará a los dos poderes del Estado que desde la caída del Antiguo Régimen han pugnado por detentar la supremacía: el Ejército y la Administración civil.

Las armas, la capacidad de ejercer violencia coercitiva están en manos de Adama. Dirige la flota, tiene a los marines, a los cazas, la propia Galáctica. Además, están en medio de una guerra. Frente a un enemigo que no ha dudado en exterminar a casi toda la humanidad.

Por momentos se podría creer que el gobierno civil de Roslin existe sólo porque Adama lo consiente. Pero pronto se demostrará que el poder armado no lo es todo. La fuerza de la tradición, de las creencias, de la ideología… La propia creencia en la democracia, o la religión, son también fuerzas sociales a tener muy en cuenta.

El individuo y las fuerzas sociales

No obstante en Galáctica se remarcara que estas fuerzas sociales pueden ser ciegas sin los individuos adecuados.

Pegasus, por ejemplo, es el reverso militarista de Galáctica. Lo que podría haberle pasado a la flota si Adama se hubiera dejado llevar por las directrices militares, por la lógica de la guerra total. Un tipo de Universo espejo como el del Imperio terrano de Star Trek. Frente al militarismo humanista de la Federación, el despotismo militar. Para evitarlo, Roslin y Apolo jugaron papeles tan determinantes como el propio Adama.

De hecho, ya antes tuvimos el ejemplo del mando en manos del coronel Tight: La fragilidad del equilibrio entre militares y civiles y cómo la resistencia civil era capaz de poner contra las cuerdas al poder militar.

Desde luego la calidad de los «líderes», de los individuos, es importante en el devenir histórico, aunque sin olvidar que estos «líderes» son criaturas creadas por las fuerzas sociales que actuaban en ese momento y de sus propias circunstancias y experiencias. 

Los límites de la democracia

Roslin pierde las elecciones frente a Gaius Baltar. Realmente Roslin nunca había pasado por un proceso electoral y ocupaba la posición de Presidenta de las 12 colonias porque ocupaba un lejano puesto en la línea sucesoria constitucional.

De hecho, Roslin se comprometió a celebrar elecciones de mala gana, obligada por la rebelión de Tom Zarek y la intervención de Apolo. Aunque el espectador inevitablemente simpatiza con Roslin, lo cierto es que tiene muy poca legitimidad para ocupar el poder. Máxime con todo lo que ha sucedido y la situación en la que la Flota se encuentra.

Pero ante la realidad de ser derrotada en las elecciones, la ya casi ex-presidenta está a punto de cometer fraude electoral. La justificación es evidente. Baltar ha ganado las elecciones ofreciendo el aterrizaje en Nueva Cáprica a los cansados pasajeros de la Flota. Pero no hay ningún estudio serio que indique que este gélido planeta sea seguro. Capaz de ofrecer un hogar a los humanos. Es una decisión demagógica, egoista, incorrecta y Roslin quiere evitarla. ¡Esa es la justificación! Pero realmente Roslin quiere seguir siendo presidenta de las Colonias. Ella misma le ha tomado gusto al mando. Y se cree la Profeta que guiará a la humanidad a la Tierra.

¿El sufragio universal es sagrado?

¿El sufragio universal es sagrado? Porque es evidente que no siempre una votación se ha saldado con una decisión «correcta». Este debate lo hemos tenido por ejemplo con Brexit británico. En ese momento salieron muchos tertulianos cuestionando la celebración de referendums, por ejemplo. O ante la victoria de Trump en EEUU. O recientemente con el ascenso de Vox en Andalucía. Pero incluso hay ejemplos históricos más evidentes: Las victorias electorales de Hitler en 1932.

¿Pero en estos casos qué hacer? ¿Asumir estos resultados «en nombre de la democracia»? Aunque el propio Hitler no tuviera empacho en derrumbar el parlamentarismo al año siguiente. ¿O falla algo en el sufragio universal? ¿Debe de valer lo mismo el voto de todo el mundo? ¿O hay gente más preparada, más cualificada? ¡Uff! ¡Qué miedo!

Quizás deberíamos de confiar en alguna institución que «tutele» la democracia. Históricamente ese «papel» precisamente lo ha jugado el Ejército. Pero sobre todo en el sentido opuesto: Acabar con experimentos democráticos cuándo los resultados de las urnas incomodaban al poder económico. Así pasó aquí con la República en 1936, en el Chile de Salvador Allende, etc. La tutela a la democracia suele estar en manos de agentes de los privilegiados. ¡No nos engañemos!

En Galáctica, Adama aceptará el resultado electoral. Aunque en el medio plazo se demuestre que la decisión había sido incorrecta. Y, realmente, no tanto porque Baltar se rinda a las fuerzas cylons —pocas alternativas tenía—, sino porque realmente estaban en un planeta inhóspito.

Roslin y Adama
Roslin y Adama

Democracia para siempre

Ciertamente, la tradición de vivir en una sociedad democrática tiene un peso en nuestras consciencias muy importante. Pero no nos equivoquemos, las democracias no son eternas. Es verdad que hay países europeos que han disfrutado del parlamentarismo liberal durante décadas y décadas, pero eso no garantiza que la democracia representativa existirá para siempre. Y quizás en el futuro éstas formas de gobierno sean reemplazas por otros modelos. Por ejemplo, aprovechando toda la tecnología de telecomunicación que ya hoy existe, lo que permitiría una democracia menos representativa y más directa (y por tanto más peligrosa para los poderes económicos).

Pero, hoy por hoy, no hay tanto avances hacia una democracia más genuina, como peligros de retroceso. De hecho, desde el atentado en las Torres Gemelas, en muchos países, empezando por los EEUU, se han ido dando pasos atrás evidentes. Lo que explican historias como El cuento de la criada, es que los derechos se pueden perder si no los defendemos. Lo hemos vivido en nuestras carnes durante la crisis.

Pero ante ese temor a las malas decisiones de las masas que antes comentaba, creo que debemos de pararnos a reflexionar por un momento. ¿Es un problema de inmadurez de las masas? ¿De ignorancia? ¿Mala educación?

Creo que conviene darle un poco la vuelta a estos argumentos. ¿Por qué las masas, a la hora de votar, han tomado esas decisiones «incorrectas»? ¿Qué ha provocado esa situación? ¿Tiene algo que ver el régimen caciquil que imperaba en la Andalucía del PSOE con el ascenso de Vox? ¿Tiene que ver la ruina de las capas medias blancas estadounidenses con la victoria de Trump? ¿Están detrás del sí al Brexit el cierre de las fábricas y la decadencia económica británica? ¿Tenía algo que ver con el ascenso de Hitler las condiciones draconianas de la Paz de Versalles y el crack del 29?

Reflexiones eternas

Podríamos seguir hablando durante mucho rato sobre estos temas. Aunque ahora no está «de moda» cuestionar la democracia, hay maneras sutiles de hacerlo. Y más gente de lo que pensamos lo hacen.

Ya Platón cuestionaba la democracia ateniénse. Pero de una manera tan «poética», que a muchos les pasa desapercibido. Representante de la antigua aristocracia, el filosofo defendía el gobierno de los filósofos, de la gente preparada. Era una reacción a la demagogia que se había extendido en la democracia ateniense y que había llevado a la antaño poderosa polis a una guerra imposible contra Esparta y a la consiguiente decadencia. Realmente, su gobierno de filosofos, de gente «inteligente y racional», era un retorno a la época idealizada de la oligarquía, del gobierno de la aristocracia, alejando a las masas atenienses de la toma de decisiones.

Los tan cacareados gobiernos «técnicos», «gobiernos de los mejores», etc. han demostrado que en política no existen decisiones «objetivas», que supongan realmente un beneficio objetivo para todos, una medida buena para todos. Siempre existen condicionantes ideológicos (y/o religiosos como en Galáctica) y presiones de sectores y lobbies -muchas veces económicos- que a la hora de la verdad determinan la política. Incluso esos «mejores» suelen tener detrás su propia ideología, un estatus social que les ha permitido estudiar en las «mejores» universidades, etc. Los «mejores» suelen gobernar para los suyos, aquellos que lo han tenido más fácil para ser «mejor».

Ni siquiera los cylon

Ni siquiera los cylon logran escapar a los límites de la democracia. Para empezar dejan fuera de sus decisiones a los centuriones. Es decir, comprobaremos que los cylons humanoides dominan a sus hermanos no humanoides. Reproducen la esclavitud por la que se revelaron contra los hijos de Kobol. 

Pero además, pese a la decisión de un modelo, un voto, y su propia característica de máquina (tan defendida por el modelo número 1), terminarán traicionándose unos a otros, enfrascándose en una guerra civil, desactivando modelos «díscolos», etc. Como demostrando que mientras tengamos imperfecciones humanas, no podremos tener una democracia perfecta.

¿Y tú qué opinas de todo esto? ¿Has visto Battlestar Galactica, la serie reimaginada? ¿Qué te ha parecido?

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2 comentarios en «Galactica y los límites de la democracia»
  1. Yo siempre he pensado que la nueva BSG es una de las mejores series de ciencia-ficción de la última década, porque tiene planteamientos muy interesantes más allá del clásico argumento principal de la rebelión de las máquinas. Cada temporada tiene mini-dramas muy interesantes que hacen pensar a la gente en temas muy polémicos y nada fáciles de resolver, y este que mencionas es uno de ello, el de los límites de la democracia y de las libertades, porque todos somos muy tolerantes con quienes piensan como nosotros…pero con aquellos que piensan totalmente diferente la cosa cambia radicalmente.
    Respecto a Platón, bueno, el era un aristócrata, y como todos los aristócratas atenienses tenían una gran nostalgia de la vieja oligarquía terrateniente que gobernó Atenas (muy similar a la oligarquía que había en Esparta) y una mala opinión de la democracia ateniense que se basaba en los comerciantes y artesanos…y en las clases más bajas, que eran mayoría en el brazo armado de la Atenas clásica, su flota (aunque esa democracia fuera en realidad una oligarquía ampliada, ya estaban excluidos de ella las mujeres, los extranjeros…incluidos otros griegos, y los esclavos). Aún así, ese régimen estuvo a punto de vencer a Esparta, como muestra el hecho de que, al final, los espartanos tuvieron que recurrir al oro del Gran Rey persa para pagar ejércitos mercenarios que derrotaran a Atenas…y que a cambio vendieron a los griegos de Asia Menor al Gran Rey, que volvió a someter a las polis griegas de Asia tras perder su control durante las Guerras Médicas.

    1. Veo que conoces en profundidad la historia de la Grecia clásica!!! Es un tema que a mí también me gusta mucho. Y del que se pueden sacar muchas enseñanzas. Por supuesto lo que dices es cierto. Atenas podía haber ganado la guerra, aunque posiblemente tampoco hubiera podido evitar la decadencia. Su flota y, sobre todo sus hoplitas, dependían de la existencia de una clase de pequeños propietarios que se arruinaban con la guerra y no podían competir con la gran propiedad y la esclavitud.

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