El fin de la infanciaEl fin de la infancia

Cuando de niño me dejé embaucar por la publicidad de V y vi las gigantescas naves nodrizas sobre las principales ciudades del mundo, no podía imaginarme que ese primer contacto estaba inspirado en una novela donde los extraterrestres jugaban un papel completamente diferente. Años después leí El fin de la infancia, y comprobé que los visitantes no tenían por qué ser malvados hombres-lagarto dispuestos a esclavizar a la especie humana. Quizás podían venían a liberarnos.

El fin de la infancia, escrito por Arthur C. Clarke es, sin duda, una de sus mejores y más importantes novelas. Esencial para cualquier lector de ciencia ficción. Publicada en 1953, sigue conservando toda su frescura. La obra tiene un trasfondo muy filosófico. No es sólo el primer contacto de la humanidad, sino que realmente, se trata de una reflexión sobre la evolución del hombre, las dictaduras benevolentes, la religión, el desarrollo y el futuro de nuestra especie y nuestro lugar en el universo.

El primer contacto

Como curiosidad, destacar que Kubrick había pensado en adaptar ésta y no el relato de El Centinela. Pero finalmente, varias dificultades le llevaron a rodar 2001. En cualquier caso, el concepto de "superseñor" está en parte presente en 2001. Más en la novelización del propio Clarke, que en la película, donde lo alienígena como los monolitos puede entenderse más como una metáfora que como algo real. ¿O es así también en este libro?

En El fin de la infancia, la presencia extraterrestre también podría interpretarse como una metáfora de la evolución del hombre, pero su interacción con los humanos es mucho más clara. En cualquier caso, su aparición es uno de los sentidos del título. Al entrar en contacto con otra civilización, perdemos esa infancia en que vivimos como humanos, que nos hace creer en que somos únicos y especiales. El título, como veremos, tiene aún más sentidos.

Los llamados superseñores no revelarán en un principio su apariencia. Pero sí intervendrán desde el principio en el destino de la humanidad. Establecerán una especie de "dictadura benevolente", dictando las normas por las que la humanidad se regirá desde entonces.

La dictadura de los superseñores

Los humanos mayoritariamente aceptarán el dominio de los superseñores. Habrá un gobierno terrestre que se atreverá a disparar contra una de sus naves, pero sus armas no causarán ningún daño. Los superseñores no tomarán ninguna represalia, demostrando que ese disparo era menos que nada a la hora de preocuparles.

Y entonces, las medidas impuestas por los extraterrestres comenzarán a tener un tremendo impacto en la Tierra. Gracias a los superseñores, la humanidad se desarrollará a niveles nunca vistos. Se inaugurará una época de paz, de prosperidad, de abundancia y de desarrollo. Hay de todo. Hay comodidad. La delincuencia desaparece. Hay paz. La gente está satisfecha y viven muy bien. Trabajan en lo que quieren y disfrutan de un ocio sano.

¿Está, entonces, justificando Clarke el establecimiento de una dictadura benevolente?

Antes, un apunte interesante. Clarke menciona a España en el libro. Los superseñores no toleran el maltrato de los animales. Así que en una de sus escasas intervenciones directas -y no a través de sus partidarios humanos-, harán desaparecer para siempre las corridas de toros.

el mundo de los superseñores. Alexander Forssberg
el mundo de los superseñores. Alexander Forssberg

¿Necesitamos unos tribunos?

Podría interpretarse que realmente la llegada de los superseñores es una metáfora de un salto social en la evolución humana. Por fin, los humanos logramos dejar atrás los conceptos e ideas que nos han dividido y enfrentado. Para Clarke, sobre todo la religión, pero también el Estado nacional, el maltrato a los animales y el egoísmo.

O quizás Clarke es pesimista y realmente piensa que solos no podremos avanzar y estamos condenados a destruir a la Tierra y a nosotros mismos. Y para evitarlo, necesitamos un tribuno galáctico. "En dioses, reyes y tribunos sí está el supremo salvador", negando un verso de La Internacional. Es una cierta idealización de la idea colonialista de la época victoriana, cuando los europeos creían que su Imperio traía consigo la civilización a los pueblos más primitivos.

Pero también es un reclamo de otras ideas "humanas": Sólo gente "más preparada", "más civilizada" "vanguardia", debe gobernar a los humanos. Platón hablaba del gobierno de los filósofos. Marx de la dictadura del proletariado. Clarke de la dictadura de alienígenas benevolentes.

En cualquier caso, Clarke también señala los límites del dominio de los superseñores. A pesar de toda la prosperidad en la que viven entonces los humanos, la creatividad y la inventiva se resienten. Parece que la ausencia de conflicto paraliza el desarrollo creativo. Es un tópico muy utilizado para combatir las utopías. Además los propios superseñores prohíben el desarrollo de la cosmología y la exploración espacial.

Personalmente me quedo con la explicación de la metáfora.

Superseñores y religión

–¿Puede negar que los superseñores han traído seguridad, paz y prosperidad a todo el mundo?
–Es cierto, pero nos han privado de la libertad. No sólo de pan…
–…vive el hombre. Ya lo sé. Pero por primera vez el hombre está seguro de poder conseguir por lo menos eso. Y de cualquier modo, ¿qué libertad hemos perdido en relación con la que nos han dado los superseñores?
–La libertad de gobernar nuestras propias vidas, guiados por la mano de Dios”

Clarke era un ateo declarado. En otros libros, como Cánticos de la lejana Tierra lo demostrará una vez más. En este libro, presenta a las creencias religiosas como la principal fuerza que se resiste al dominio de los superseñores. Los religiosos defienden el "libre albedrío". Aunque este libre albedrío nos lleve a mantener los Estados nacionales y las fronteras y las guerras. O a que incluso lleguemos a destruir el planeta. Serían nuestras decisiones como humanos.

En el relato de Clarke, los religiosos tienen las de perder. Los avances sociales, económicos y científicos que se desarrollan bajo el dominio de los superseñores condenan a las creencias religiosas.

E incluso contra las religiones, Clark introduce un cierto elemento de sarcasmo: Nuestras principales religiones (o al menos los "adversarios" de las mismas) están según el libro, inspiradas por la llegada de los superseñores en un proceso físico-psíquico que aún no somos capaces de comprender. Pero resulta que estos seres, divinizados por nuestras ancestros, no dejaban de ser, a su vez, seres menores en comparación con el verdadero amo del universo. Porque sí. Por encima de los superseñores... hay un Señor aún más poderoso.

El fin de la infancia

Antes comenté que un sentido del título es cuándo llega el primer contacto. La humanidad pierde la infancia. Pero también es el fin de la infancia cuando los dioses entran en crisis y la religión desaparece. Clarke está convencido de que las creencias religiosas y otras ideas mágicas y místicas marcan el periodo de infancia de la humanidad. Sólo el desarrollo de la ciencia y el conocimiento nos harán crecer como especie.

De hecho, la idea de los superseñores como metáfora vuelve a ganar fuerza cuando éstos revelan su verdadero aspecto. Vuelve a ser el fin de la infancia, porque gracias a la prosperidad social y material y a la educación científica, logramos enfrentarnos a las pesadillas, a los demonios, que habitan nuestro subconsciente. Y comprendemos que esos demonios forman parte de la naturaleza y de nuestras vidas. Ya estamos preparados -en palabras de los superseñores- y los aceptamos tal y como son.

Cuando la tarea de los superseñores llega a su fin, llega realmente el verdadero fin de la infancia. Fin de la infancia porque ya no habrá más niños. Pero también, y sobre todo, fin de la infancia porque la humanidad dejará de existir. Nuestro actual estado y forma no era más que la infancia de nuestro verdadero ser cósmico, en el que nuestras mentes pasan a formar parte de una mente universal todopoderosa.

Melancolía u optimismo

El fin de la infancia me fascinó como libro. Es muy bueno. Pero también me causó una tremenda sensación de desasosiego. Puede que Clark viera la evolución de la humanidad hacia un ente mental universal aliénigena como algo esperanzador. Yo no lo tengo tan claro. Imaginarme una Tierra muerta, donde la humanidad ha dejado de existir me causó melancolía y pesimismo. El destino de la humanidad, fagocitada por una supermente me aterró. Pero el estancamiento evolutivo de los superseñores y su resignado papel de parteras, me entristeció.

Quizás nuestro individualismo, nuestra existencia material y corpórea son debilidades de nuestra especie. Es verdad que son nuestros cerebros lo más importante de nosotros mismos. Pero tampoco tengo claro que una futura evolución de nuestras mentes nos lleven a desarrollar poderes mentales más propios de las pseudociencias. Era un tema bastante presente en la ciencia ficción de la Edad de oro, véanse por ejemplo el Mulo y la Segunda Fundación de Asimov.

Yo, en cualquier caso, sí pienso que los humanos solos, seremos capaces de construir un Paraíso sobre la Tierra. Creo que en algún momento de nuestro desarrollo dejaremos atrás las fronteras, los nacionalismos, las religiones y las supersticiones. Nos costará y no será fácil, pero tengo confianza en la especie humana.

Y cuando logremos salvarnos de nosotros mismos, no sólo no desaparecerá la creatividad, ni nuestra curiosidad, sino que tendremos el universo infinito para seguir avanzando y para seguir creando, imaginando y soñando.

¿Y tú qué opinas de todo esto? ¿Has leído El fin de la infancia? ¿Qué te ha parecido?

Ficha del libro:

El fin de la infancia

  • Autor: Arthur C. Clarke
  • Título original: Childhood's end
  • Fecha de publicación: 1953
  • En España: Minotauro, ISBN 9788445070215
  • Premio Hugo retroactivo a la Mejor novela de 1954.
Un comentario en «El fin de la infancia. ¿Esperanza o desesperanza?»

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