Data de Star Trek

Star Trek The Next Generation es una serie clave en la historia de Star Trek. En muchos aspectos le hizo sombra a la Serie Original, logrando elevarse como la serie favorita de la franquicia para muchos trekkies. Sin esta serie, es muy probable que Star Trek hubiera desaparecido para siempre tras la película Misión: Salvar la Tierra. Hay varios factores para explicar el éxito de The Next Generation, pero uno de los más importantes fueron dos de sus protagonistas: Por un lado, el genial capitán Jean-Luc Picard. Muy diferente a Kirk. Más reflexivo y sabio, filosófico incluso, y respetable. La reencarnación del emperador Marco Aurelio en el espacio. Pero el otro personaje, también muy querido por todos los aficionados de Star Trek, es, sin duda, Data.

Data nacía para ser el sucesor de Spock de la serie original. Si recordamos, Spock era mitad vulcaniano, mitad humano y, aunque su educación vulcaniana se hacía guiarse únicamente por la lógica, en su interior su mitad humana hervía de emociones y sentimientos. Esos sentimientos se mostraban especialmente en lo relacionado con sus amigos, en especial Kirk.

Data es un androide. Y por tanto, en principio su actuación también se guía por la lógica. Pura. Fría.  Pero a diferencia de Spock, que rehuye de su lado humano y de los sentimientos, Data quiere ser humano. Quiere convertirse en un ser humano y sentir. Admira a los seres humanos hasta el punto de querer ser uno de nosotros. Quiere sentir, quiere amar y quiere errar.

La evolución de Data

Star Trek: The next generation se extiende durante 7 temporadas. Además, cuatro películas la suceden interpretada por el mismo elenco: La próxima generación, Primer contacto, Insurrección y Némesis.

Durante todo ese tiempo, veremos a Data emulando a Sherlock Holmes, aprendiendo a jugar a póker, como nefasto capitán de la Enterprise, como padre de una niña robot, o enfrentándose a su hermano, un robot psicópata. Pero siempre, su vector le llevará a parecerse más y más a los humanos, a ser más flexible y con más sentimientos.

Sus deseos y frustraciones, sus intenciones, siempre honradas, su sinceridad y su cariño hacia la tripulación le convertirán en un personaje singular y querido. El final del androide en Némesis, sacrificándose por sus compañeros pese a ya contar con conciencia humana, hace justicia a su arco y evolución.

Data
Data

¿Sueñan los androides con ser humanos?

No todos los androides quieren ser humanos. Data es una anomalía en el mundo de los robots. 

Lo más parecido sería Andrew Martin, el protagonista de El hombre bicentenario de Isaac Asimov, historia desarrollada en El hombre positrónico, escrita por el propio Asimov y Robert Silverberg. En este caso, Andrew Martin va dando pasos hacia convertirse en un ser humano. Pero sólo en un momento dado, este robot toma la decisión de que quiere ser un humano. Data lo tiene claro desde el principio.

Sin embargo, lo más habitual en la ciencia ficción es que el robot tenga una relación muy diferente, incluso polémica, con la humanidad. Los replicantes de Blade Runner, sencillamente se consideran superiores a los humanos. Los robots de Asimov, por su parte, están limitados por las leyes de la robótica, así que, salvo Andrew, no aspiran a ser humanos. Incluso con la ley zero, siguen siendo creaciones artificiales destinadas a servir a la humanidad. En el caso deGabriel de Domingo Santos, el protagonista tampoco busca conscientemente convertirse en humano. Aunque nota que hay una lucha en su interior entre su lado robótico y su lado «más humano».

Robot y humano

Realmente, en general, los robots son tratados o como siervos de la humanidad, o como figuras que se rebelan contra nosotros.

La ciencia ficción de la «edad dorada», cegada por un futuro lleno de avances tecnológicos y prosperidad, se decantaba más por esta primera vertiente de la robótica. Asimov es su principal exponente. La idea de fondo es que estas creaciones servirían para mejorar la vida de la humanidad. No entraban, en general, en dilemas éticos sobre sí, por su desarrollo e inteligencia, estas criaturas pudieran tener unos derechos. El propio Asimov sí indagó en los sentimientos de algunos de estos robots. También desarrolló los problemas que la excesiva robotización podrían provocar en la civilización humana, como en Bóvedas de acero o Sol desnudo. Pero siempre respetando sus leyes de la robótica.

Cuando a partir de los años 60, curiosamente coincidiendo con las luchas de los derechos civiles en EEUU, la ciencia ficción comienza a evolucionar hacia lo que posteriormente será el new wave y más adelante el cyberpunk, las similitudes entre los robots y los oprimidos, la revolución y la rebelión de las máquinas comienzan a ganar protagonismo. Ahí tenemos a AM de Harlan Ellison, HAL 9000 de 2001 y los replicantes de Philip K. Dick. Nuestra visión pesimista sobre el futuro y los pecados de la humanidad, sólo podían traer opresión sobre los robots y, como respuesta, rebelión.

La utopía de Star Trek

Pero como explicaba en mi entrada sobre la Serie Original de Star Trek, ya comentaba que el universo creado por Gene Roddenberry no era pesimista, sino más bien todo lo contrario. La humanidad vive en una feliz utopía futurista.  En episodios sueltos podríamos encontrarnos con inteligencias artificiales que se hubieran vuelto locas. Pero el papel de los androides necesariamente tenían que acercarse más a la visión de la «edad dorada» que a la del cyberpunk

El horror cibernético, inevitable en los años 80, estaría representado en The Next Generation, no en los androides que conviven con los humanos en la Federación, sino en otra cosa, en la raza de los borg. El reverso tenebroso de Data.

Data vive entre humanos excepcionales. A su alrededor tenemos héroes futuristas de gran calidad moral como el propio Picard. Así, inevitablemente, tenía que aspirar a convertirse en uno de esos héroes. En un humano de la Federación. Es la gran diferencia de Star Trek con respecto a la mayoría de la ciencia ficción: una fe inquebrantable en el futuro de la humanidad. 

¿Y qué pasará en realidad?

Esta es la pregunta clave. ¿Qué sucederá cuando desarrollemos verdaderos androides, o verdaderas inteligencias artificiales?

La robótica en los últimos decenios se ha extendido en el mundo industrial. Hay fábricas hoy en día donde sólo trabajan un puñado de humanos y lo demás son cadenas de montaje robotizadas. Sin embargo, en su extensión fuera de las fábricas, aún no se han dado los avances esperados. El caso de Flippy, el robot hamburguesero, es bastante significativo.

Pero el robot clásico, tipo androide, imaginado por Asimov, o similares a Data, no ha sido desarrollado. Ni de lejos. No es por desdeñar los avances que se han dado en este terreno, sobre todo en Japón. Pero no parece que haya una apuesta por parte de los poderes económicos para desarrollar legiones de trabajadores robóticos de aspecto humano capaces de sustituirnos. Al menos no, por ahora.

Donde sí se están dando grandes desarrollos es en las inteligencias artificiales, sobre todo a partir del desarrollo del Big data y la generalización de internet y el tráfico de datos digitales. Cada día hay nuevos avances en este terreno.

Ansia por la humanidad, sumisión o rebelión

El robot asimoviano, pese a su desarrollo, no podía escapar a su programación, a las tres leyes. Ni siquiera los modelos más avanzados, con más «libre albedrío». Giskard, de acuerdo con la ley Zeroth, fallece cuando la ha puesto en práctica por el peso de las tres leyes originales. Éstos robots, inevitablemente no podrán abandonar su sumisión original ante la humanidad. Como mucho, podrán aspirar a ser libres.

Desde luego, ese «libre albedrío» es esencial para tener una respuesta «natural» por parte de inteligencias artificiales, sean de tipo androide o sean puro software. Sin él, el peso de la programación será determinante y, por tanto, la personalidad de la creación siempre estará determinado por los gustos y deseos de su programador. Sea éste una bella persona, o sea un científico mercenario de la industria armamentística. Aunque en la ciencia ficción también hemos visto «errores» que han «liberado» a la creación del dominio del creador y nosotros mismos también tenemos una «programación» en forma genética la cual no impide que tomemos nuestras propias decisiones y nuestra personalidad sobre todo se forge por las experiencias que vamos viviendo. ¿No podría pasarles lo mismo a las inteligencias artificiales?

Libre albedrío

Así que presuponiendo el «libre albedrío», ¿se rebelarán las máquinas? ¿O serán como Data? Supongo que un factor que influirá en una cosa u otra será cómo nos comportamos los humanos. Como ya he señalado, rodeado de gente como Picard o Riker, Data quiere ser humano. Una humanidad que merece la pena emular. En un mundo de esclavitud, maltratos, guerras atómicas y genocidios, es lógico que AM odie a la humanidad. O que HAL 9000 se vuelva loco.

Y, sobre todo, el «libre albedrío» permitirá que puedan tener opiniones diferentes. Incluso formar distintas facciones, como sucede con el TecnonúcleoenHyperion. E incluso facciones que defiendan a la humanidad y nos ayuden a avanzar. 

¿Y tú qué opinas de todo esto? ¿Has visto Star Trek: The Next Generation? ¿Qué te ha parecido?

Array

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.