Thalassa, blog de ciencia ficción

Thalassa ha superado los 100 días de vida. Desde el punto de vista de un blog es un dato sin mucha importancia. Para mí, personalmente, sí lo es. Y cómo mi primera entrada fue sobre por qué el blog se llama Thalassa, creo que es un buen momento para publicar una entrada sobre el libro de donde saqué la idea: Cánticos de la lejana Tierra.

Como ya sabréis, Cánticos de la lejana Tierra fue escrita por Arthur C. Clarke y publicada en 1986. Fue una respuesta de Clarke a todos los que señalaban que sus novelas se centraban en la tecnología y dejaban de lado a las personas. Así, a diferencia de otros de sus libros como El fin de la infancia, 2001: Una odisea espacial o Cita con Rama, en Cánticos de la lejana Tierra, Clarke sobre todo aborda la psicología humana. Eso sí, a través de dos civilizaciones, ambas humanas, pero muy diferenciadas cultural y emocionalmente.

Los señores de los últimos días

Arthur C. Clarke se apoyó en el llamado «problema de los neutrinos» -resuelto en 2002- para vaticinar el final de la vida en la Tierra. Según el autor, el Sol se iba a transformar de manera prematura en una nova destruyendo el planeta. El insuficiente desarrollo tecnológico impedía a la humanidad evacuar de manera masiva nuestro planeta natal. Así que se enviaron por el universo, a los planetas supuestamente habitables, naves espaciales robotizadas con embriones humanos y de otras especies terrestres. Los robots de esas naves se encargarían de establecer colonias humanas que perpetuaran nuestra existencia como especie. Una de esas colonias sería Thalassa, sin embargo, bruscamente se había perdido el contacto con este planeta.

Pocos años antes de la destrucción definitiva del planeta, los llamados «Señores de los últimos días» lograron desarrollar un motor cuántico capaz de impulsar a naves humanas hasta las estrellas. Una de ellas sería la Magallanes. Sus tripulantes, los últimos supervivientes de la Tierra, serán testigos de excepción de la explosión del Sol y la muerte de nuestro planeta. La Magallanes, que viaja en dirección a Sagan 2, un destino presuntamente habitable, hará escala en Thalassa pensando que la pérdida de contacto con la colonia era debido a la no supervivencia de la misma.

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Los Cánticos de la lejana Tierra: el choque de culturas

Pero Thalassa no está deshabitada ni muchísimo menos. En el planeta se ha desarrollado una civilización muy especial. Además de la peculiaridad de ser un mundo oceánico, los científicos que equiparon las nave para la colonización seleccionaron cuidadosamente que conocimiento conservarían para los thalassianos.

Así, entrarán en contacto dos realidades muy diferentes. Los thalassianos, una civilización paradisíaca, pacífica, sin misticismos y colaborativa y social. Los supervivientes de la Tierra, traumatizados por la destrucción de nuestro planeta. Con sueños y temores sobre la viabilidad de su destino. Deslumbrados por la paz de Thalassa.

En este choque entre civilizaciones, Clarke quería recrear la idealización que los marineros europeos tenían de las culturas de las islas del pacífico. Esa idealización todavía la podemos visualizar en los cuadros de Gauguin. Por supuesto los europeos se fijaban en aquello que más les atraía y contrastaba con Europa. Buen clima, mujeres hermosas, pacíficas, tranquilas. Lejos de las pestilentes y masificadas calles de Londres y las demás ciudades europeas, donde la vida no valía dos reales.

Religión y misticismo, fuera del conocimiento thalassiano

Como antes mencionamos, los científicos terrestres que prepararon las naves que iban a sembrar de humanos la galaxia, seleccionaron los conocimientos que ofrecerían a los futuros colonos, entonces embriones.

Por supuesto a la hora de tomar esa decisión hubo criterios prácticos. ¿Qué necesita la especie humana para desarrollarse en un nuevo planeta? Pero también criterios de conservación de la cultura humana. Con un límite obvio de espacio. 1986 estaba aún muy lejos del almacenamiento casi infinito que nos puede ofrecer la informática.

Entonces, conjugando la vertiente práctica con la vertiente del espacio limitado, los científicos decidieron no compartir con los futuros humanos de Thalassa toda idea mística y religiosa. Eliminarlas de la experiencia de esa nueva humanidad. Para Clarke el resultado era obvio: La humanidad mejorará sin religiones e ideas místicas. Una idea que también defendería años antes Manuel de Pedrolo en el Mecanoscrit del segon origen.

¿Es necesaria la religión?

Pocas veces el ateísmo militante de Clarke se ha hecho tan patente.

Las ideas místicas y religiosas nacieron en la historia de la humanidad en un momento en el que el desarrollo de la ciencia y la tecnología impedía dar una explicación al comportamiento de la naturaleza. Religión, magia y ciencia (en pañales), eran una misma cosa. Además, la religión era una manera de codificar códigos de conducta. Por lo que los poderes estatales, y las clases dominantes no han dudado en utilizarla para su propio beneficio.

Actualmente la ciencia y la tecnología nos permite explicar e interpretar el universo. Y además los códigos morales y de conducta no necesitan un sustento religioso. Sin embargo, millones de personas siguen necesitando creer. Algunos por tradición y educación. Otros porque es el único consuelo que tienen en un mundo brutal y opresivo. Otros porque necesitan cubrir un vacío existencial y no tienen o conocen otras herramientas.

¿Si pudiéramos hacer borrón y cuenta nueva y que desaparecieran nuestras creencias místicas y religiosas, volveríamos a inventarnos los dioses y espíritus? ¿O haríamos como los thalassianos y construiríamos un paraíso de amor sobre bases racionales?

El trauma de ver morir la Tierra

Pero otro aspecto del libro que a mi me hizo reflexionar mucho es toda la explicación dada sobre el final del mundo. Clarke describe como las primeras generaciones que sabían de la inevitable destrucción de la Tierra, pero lo veían como algo muy lejano, apenas movieron un dedo para buscar una solución. Es algo muy cercano, cuando hablamos del cambio climático y todas sus consecuencias, por ejemplo.

La descripción de la vida en la Tierra durante los llamados «señores de los últimos días» es breve, pero muy significativa de cómo la humanidad se escindió entre hedonistas, místicos y científicos entregados. Hubiera dado para otra novela analizar la sociedad de esa época.

Pero para los tripulantes de la Magallanes, ver morir la Tierra, conscientes de que no todos habían querido o habían podido salvarse. Saber que nada en tu vida volverá a ser igual. Que aquello que suponía un principio inamovible como es la Tierra ya no existe. Tu pasado destruido. Tanto conocimiento, tanta historia, tanta cultura… inalcanzable. Una tremenda sensación de vértigo.

¿Y tú qué opinas de todo esto? ¿Has leído Cánticos de la lejana Tierra? ¿Qué te ha parecido?

cubierta The Songs of distant Earth

Ficha del libro:

Cánticos de la lejana Tierra

  • Título original: The songs of distant Earth
  • Autor: Arthur C. Clarke
  • Fecha de publicación: 1986
  • En España: Alamut Ediciones, ISBN 9788498890594
2 comentarios en «Cánticos de la lejana Tierra»

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